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Cómo discutir para llegar a acuerdos: que evitar y que hacer

La capacidad de discutir de manera efectiva es fundamental para nuestras interacciones diarias, ya sea en el ámbito personal o profesional. Sin embargo, a menudo, las discusiones pueden degenerar en confrontaciones improductivas o en escaladas emocionales que obstaculizan la resolución de problemas y el entendimiento mutuo. Las emociones que sentimos en el calor de la educación pueden informar y guiar nuestro proceder o podrían obstaculizar la comunicación. Aquí algunas ideas útiles para mantener en mente:

1. Practica la escucha activa de lo que el otro dice: La escucha activa es la base de cualquier discusión efectiva. Implica prestar atención completa a lo que la otra persona está diciendo, sin interrumpir y sin estar pensando en tu respuesta mientras habla. Para practicar la escucha activa, mantén contacto visual, asiente con la cabeza para mostrar que estás entendiendo y repite las ideas principales para confirmar tu comprensión. Esto le muestra respeto hacia el interlocutor, lo cual puede mantener abierta su disposición a escucharte y también te permite entender mejor sus puntos de vista y preocupaciones. Si se te dificulta, practica la escucha activa con otras personas en otros momentos en los que puedes concentrarte sin apasionarte. Lo que se practica se aprende.

2. Observa silenciosamente tus emociones para aprender a mantener la calma y el respeto: Es fácil dejarse llevar por las emociones de enojo o pasión durante una discusión, especialmente si los temas son sensibles o personales. Evita los ataques personales, las críticas destructivas y el tono sarcástico. En su lugar, enfócate en los problemas y argumentos, y expresa tus opiniones de manera clara y respetuosa. Si las emociones son muy acaloradas, reconoce que es mejor solicitar al otro buscar otro momento para seguir la conversación. Las prácticas de atención plena, respiraciones y mindfulness nos ayudan a aprender a reconocer nuestras emociones y usarlas a nuestro favor. Busca iniciar una práctica cotidiana de atención plena.

3. Busca puntos en común: A menudo, las discusiones se estancan porque las partes involucradas se centran exclusivamente en sus diferencias, en lugar de buscar puntos en común. Identificar áreas de acuerdo puede ayudar a construir puentes y a establecer una base sobre la cual resolver diferencias. Incluso cuando las opiniones difieren, es posible que existan valores compartidos o metas comunes que puedan servir como punto de partida para encontrar soluciones. Reconoce aspectos que no son negociables y los que si, buscando el territorio común para la negociación.

4. Practica la empatía: La empatía es fundamental para comprender las perspectivas de los demás y encontrar soluciones que satisfagan las necesidades de todas las partes involucradas. Intenta ponerte en el lugar del otro, tratando de comprender sus motivaciones, preocupaciones y experiencias. Reconocer y validar las emociones de los demás puede ayudar a reducir la tensión y a crear un ambiente de apertura y comprensión mutua. La validación es el reconocimiento de lo que el otro siente o piensa, sin necesariamente estar de acuerdo. Un ejemplo de esto sería reconocer que el otro siente enojo evitando decirle que no tiene porque enojarse. Puedes validar y también expresar que tu sentir y pensar es diferente.

5. Enfócate en soluciones: En última instancia, el objetivo de cualquier discusión debería ser encontrar soluciones constructivas a los problemas planteados. En lugar de enfrascarse en culpas o reproches, enfoca la conversación en identificar posibles soluciones y en colaborar para implementarlas. Si las conversaciones en persona se tornan conflictivas, acuerda con el otro buscar un espacio neutral con una agenda preescrita de los puntos a abordar y las reglas de la conversación.

6. Evita el tono, las palabras y lenguaje corporal agresivos: Es importante conversar la discusión en niveles emocionales en los que podamos comunicarnos. Si esto se pierde, entonces estamos en un campo de batalla en el que las partes estarán buscando ganar la partida. Esto va deteriorando los vínculos y cuando se repiten de manera cotidiana, se empiezan a dar dinámicas relacionales destructivas. Cuando las palabras y las acciones son hirientes, se lesionan los tejidos de la relación. Es importante retomar los espacios seguros de comunicación y acuerdos para que la relación pueda funcionar.


La capacidad de discutir efectivamente es una habilidad invaluable en la vida personal y profesional. Al practicar la escucha activa, mantener la calma y el respeto, buscar puntos en común, practicar la empatía y enfocarse en soluciones, podemos construir puentes en la comunicación y resolver conflictos de manera constructiva. Al final, se trata de cultivar relaciones saludables y fomentar un entendimiento mutuo que beneficie a todas las partes involucradas.

Si necesitas apoyo y consejería para desarrollar habilidades para manejo de conflicto, no dudes en contactarme:


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